Navidad de esfuerzo y solidaridad: madres y niños llegan a Cochabamba en busca de sustento

Madres con niños, adultos mayores y familias de escasos recursos llegaron a la ciudad de Cochabamba durante las fiestas navideñas para trabajar, vender productos y apelar a la solidaridad ciudadana, en medio de la pobreza y la incertidumbre que enfrentan en sus comunidades rurales, según testimonios recogidos en distintos puntos de la ciudad.

Navidad lejos del hogar

En Navidad, Cochabamba no solo se llena de luces y villancicos, sino que también recibe a cientos de familias provenientes del área rural, empujadas por la necesidad económica. Madres con niños en brazos y personas de la tercera edad recorren calles, mercados y plazas buscando vender algún producto, pedir ayuda o encontrar un gesto solidario que les permita subsistir.

Una celebración marcada por la incertidumbre

Mientras para muchos la Navidad es sinónimo de unión y celebración, para otras familias se vive con preocupación e incertidumbre. Aun así, en medio de las dificultades, también emergen actos de humanidad y apoyo que brindan alivio temporal a quienes atraviesan situaciones de vulnerabilidad.

Campañas solidarias en la ciudad

Durante los feriados navideños, refugios, organizaciones sociales, asociaciones y alcaldías activaron campañas solidarias en distintos puntos de Cochabamba. Chocolatadas, entrega de juguetes y reparto de refrigerios estuvieron dirigidos principalmente a niños y familias que dependen día a día de la solidaridad ciudadana.

Historias de lucha y trabajo

Entre quienes llegaron a la ciudad está Luisa Acuña, de aproximadamente 60 años, quien viaja sola una vez al año desde el municipio de Bolívar con la esperanza de llevar algunas monedas a su hogar. Con esfuerzo y paciencia, vende dulces y tejidos hechos a mano, transformados en llaveros y pequeños adornos.

Ingresos bajos y esperanza intacta

Luisa relató que durante estas fechas las ventas fueron bajas y que su ganancia diaria oscila entre Bs 30 y Bs 40, pese a que cada pieza le demanda varias horas de trabajo. “Tata Dios me enseñó; ya cinco años trabajo así, hago manillitas y adornos”, contó. En esta Navidad no recibió panetón, pero, como muchas otras familias, continúa enfrentando estas fechas con dignidad, trabajo y la esperanza de salir adelante.

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