El sismo de magnitud 8,1 expuso la vulnerabilidad de la capital mexicana y marcó un antes y un después en infraestructura, protocolos y conciencia ciudadana.

Un minuto que cambió la historia
A las 07:19 del 19 de septiembre de 1985, un terremoto de magnitud 8,1, originado a 400 km de la costa del Pacífico, sacudió Ciudad de México durante 90 segundos, provocando el colapso de más de 200 edificios y miles de fallecidos, cifra que aún hoy es debatida.
La tragedia evidenció la falta de preparación de autoridades y población, sobre todo por los suelos lacustres blandos, que amplificaron el movimiento sísmico 300 a 500 veces en algunas zonas.

La respuesta de la población
Con un gobierno paralizado, la emergencia quedó en manos de la población civil. Vecinos organizaron rescates, distribuyeron alimentos y apoyaron a quienes lo perdieron todo. Surgieron lecciones como «No corro, no grito, no empujo», que aún hoy forman parte de la educación sísmica en escuelas y empresas.

Avances en ciencia y alerta temprana
Tras el terremoto se impulsó la sismología preventiva: se instalaron estaciones con sismógrafos y acelerómetros, y se creó el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (Sasmex), capaz de avisar con decenas de segundos de anticipación sobre sismos en Ciudad de México, Puebla, Acapulco, Morelia y otras zonas. Este año, el sistema se amplía a alertas vía celulares para 80 millones de usuarios.

Códigos de construcción y preparación
El sismo reveló fallas estructurales y corrupción en certificaciones. Desde entonces, los códigos de construcción fueron reforzados para resistir sismos de gran magnitud. La experiencia de 1985, complementada por el terremoto de 2017, consolidó protocolos, simulacros y educación preventiva en la ciudad.

Nunca bajar la guardia
Los expertos destacan que los sismos siguen siendo fenómenos impredecibles. La conciencia ciudadana, la preparación en hogares, escuelas y empresas, así como la tecnología de alerta temprana, son herramientas esenciales para minimizar riesgos y salvar vidas.
«Siempre habrá incertidumbre al futuro, pero con todo lo que se ha hecho desde 1985, la gente puede vivir más tranquila y con mayor conocimiento de la realidad», asegura el científico Víctor Cruz.
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