Grupos armados, guerrillas extranjeras y fuerzas del Estado se disputan el control del oro venezolano, generando un colapso ambiental y humanitario en la Amazonía.
Una región atrapada entre guerrillas y minería
En los estados de Bolívar y Amazonas, la fiebre del oro ha convertido a comunidades indígenas en víctimas de un sistema violento y corrupto. Jóvenes amenazados con unirse a grupos armados o morir, trabajo infantil, esclavitud moderna y violencia sexual forman parte del drama que se vive a diario en las zonas mineras.
Según International Crisis Group, el discurso ambiental del gobierno de Nicolás Maduro encubre una estrategia militar para apropiarse de las minas, cobrar extorsiones y negociar con organizaciones como el ELN y disidencias de las FARC.
Guerrillas como “autoridad” minera
Administradores de minas y pobladores denuncian que los grupos armados controlan la producción, imponen pagos en oro, reclutan menores y brindan “protección” frente a otras organizaciones criminales. A esto se suma la participación activa de militares venezolanos, lo que refuerza la complicidad institucional en el negocio.
Redes criminales y corrupción estatal
Desde hace más de una década, las llamadas “sistemas” —bandas criminales nacidas en cárceles— controlan minas, trafican combustibles y drogas, y expanden su poder hasta Guyana. En paralelo, el Arco Minero del Orinoco —creado en 2016 para atraer inversión— se ha convertido en una vía legal para lavar oro extraído ilegalmente.
Un estudio de Transparencia Internacional revela que al menos el 30 % del oro extraído queda en manos de redes criminales. Solo una cuarta parte llega al Banco Central de Venezuela.
Contaminación, deforestación y comunidades devastadas
Entre 2018 y 2023, la minería ilegal creció en 59.000 hectáreas, afectando más del 30 % de los sitios amazónicos protegidos. El uso de mercurio contamina los ríos, mientras que la deforestación alcanza tasas del 170 % anual. Parques como Canaima y Yapacana han sido arrasados, y el propio nacimiento del río Orinoco fue intervenido por mineros brasileños.
Mientras tanto, los pueblos indígenas enfrentan la pérdida de sus tierras, sus medios de vida y sus estructuras sociales. En Bolívar, el 82 % vive en la indigencia, y los servicios básicos han colapsado.
Oro venezolano en mercados globales
Pese a las sanciones internacionales, el oro venezolano llega a Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Irán y Europa a través de triangulaciones con Brasil, Guyana y el Caribe. La falta de controles y la opacidad en las cadenas de comercialización globales permiten que este negocio ilícito siga creciendo.
¿Hay salida?
Para Crisis Group, una salida pasa por exigir trazabilidad internacional del oro y limitar la minería solo a zonas permitidas bajo estricta vigilancia. Sin embargo, esto requeriría un cambio profundo en gobernanza, transparencia y legalidad, condiciones ausentes en el contexto actual.
Por ahora, la crisis en el sur de Venezuela sigue profundizándose, alimentada por el oro, la violencia y la impunidad.
Deja una respuesta