El partido entre Real Oruro y Blooming, disputado este miércoles en el estadio Jesús Bermúdez, terminó en una pelea campal que dejó 17 expulsados y un miembro del cuerpo logístico de Blooming con una fractura de pómulo, luego de ser agredido mientras intentaba detener la violencia.

Un partido decisivo que terminó en caos

El encuentro de vuelta por el campeonato seriado de la División Profesional finalizó 2-2, resultado que clasificó a Blooming a semifinales por un global de 3-4. Lo que debía ser una jornada deportiva terminó empañada tras una violenta gresca que estalló minutos después del pitazo final.

Primeros roces en el campo

Las imágenes televisivas mostraron que un jugador de Real Oruro increpó a un futbolista de Blooming. Varios jugadores visitantes intervinieron para calmar la situación, e incluso el entrenador celeste, Mauricio Soria, intentó mediar para evitar un conflicto mayor.

La pelea se descontrola

Cuando parecía que la tensión había disminuido, una nueva confrontación surgió en otro sector del campo. Jugadores y cuerpos técnicos de ambos equipos se enfrascaron en golpes, patadas y empujones. La Policía ingresó al terreno con escudos y lanzó gas pimienta para dispersar a los involucrados, aunque varios continuaron peleando pese al irritante químico.

Un funcionario fracturado

La violencia escaló hasta la zona de ambulancias, donde un miembro del área logística de Blooming fue atacado brutalmente mientras intentaba separar a los agresores. Tras caer al suelo, fue golpeado repetidamente, provocándole una fractura de pómulo. El hecho generó fuerte condena entre los asistentes y en redes sociales.

Informe arbitral: 17 expulsados

Según el reporte arbitral difundido por medios locales, Blooming sufrió las expulsiones de siete jugadores, su entrenador Mauricio Soria, el médico del club y un integrante de su cuerpo técnico. En Real Oruro fueron expulsados cuatro futbolistas, su director técnico Marcelo Robledo y dos colaboradores.
La pelea vuelve a poner al fútbol boliviano en el centro de la polémica por recurrentes episodios de violencia.