A partir del 15 de julio, la plataforma solo pagará por contenido original con narración humana.
Nueva política frente a la avalancha de contenidos IA YouTube anunció que, desde este 15 de julio, dejará de monetizar videos creados íntegramente con inteligencia artificial que no cuenten con aportes humanos significativos. La medida busca frenar el uso excesivo de herramientas de IA en narraciones automáticas, doblajes y versiones de bajo costo, que han crecido de forma exponencial en los últimos meses.
Solo se premiará la creatividad con intervención humana
La plataforma señaló que su Programa de Socios (YPP) solo recompensará contenidos que incluyan narraciones hechas por personas o que aporten valor con análisis, subtítulos u opiniones propias. Los videos reutilizados sin modificaciones relevantes ya no serán elegibles para ingresos publicitarios.
Etiquetado obligatorio para contenidos asistidos por IA
Como parte de su nueva política de transparencia, YouTube exigirá que todos los videos generados o asistidos por inteligencia artificial estén claramente etiquetados. Esto permitirá a los usuarios identificar fácilmente su origen.
Por Jorge Luis Sierra, periodista especializado en informática, docente del Programa Internacional de Periodismo Digital 2025 de Tigo.
En tiempos de desinformación viral, vigilancia digital y precariedad estructural en las redacciones, el periodismo boliviano —como el de toda América Latina— enfrenta un desafío existencial: cómo sostener su labor crítica con pocos recursos y grandes riesgos.
En ese escenario, dos tecnologías emergentes, la inteligencia artificial (IA) y el blockchain, pueden parecer distantes o, incluso, contraproducentes para un periodismo profesional, ético, y responsable. Pero bien entendidas, estas herramientas son recursos estratégicos que pueden fortalecer la investigación y garantizar su integridad.
Mientras nos ocupamos en investigaciones complejas de alto interés público, la IA nos ayuda en tareas rutinarias como transcribir entrevistas, resumir documentos extensos o proponer titulares. En países como Bolivia, donde muchas redacciones trabajan con equipos mínimos, estas herramientas pueden marcar la diferencia entre publicar una nota superficial o una investigación verificada con profundidad.
Sin embargo, el uso de la IA exige criterio. Los grandes modelos de lenguaje, como ChatGPT, Gemini, o Claude, pueden generar textos aparentemente coherentes, pero plagados de errores o información sesgada. Los algoritmos de inteligencia artificial tienen problemas para distinguir entre hechos comprobados y hechos ficticios creíbles. Eso solo lo pueden hacer periodistas con métodos profesionales para corroborar y verificar información. Por eso, el papel del periodista no desaparece, sino que se redefine: quien sepa usar la IA con mirada crítica, podrá dedicar más tiempo a investigar, contrastar y narrar con impacto.
El blockchain, por su parte, ofrece una propuesta distinta pero complementaria. Esta tecnología —que permite registrar datos de forma descentralizada y difícil de alterar— puede convertirse en un escudo para proteger el trabajo periodístico. En contextos donde existe censura o riesgo de manipulación, registrar un reportaje en blockchain garantiza su integridad y permanencia. También puede ser útil para demostrar la autoría de una nota original.
Estas tecnologías ya se están aplicando en América Latina. En Venezuela, medios digitales usan la IA para descubrir pistas clandestinas utilizadas por taladores ilegales en la selva amazónica. En México, Colombia y Brasil, periodistas independientes emplean IA para analizar grandes volúmenes de datos sobre corrupción o violencia. Son ejemplos reales, no proyecciones teóricas. Pero también son señales de alerta: sin formación ni conciencia ética, estas herramientas pueden automatizar la desinformación o reforzar desigualdades.
En Bolivia, el potencial es claro. Un periodista que investiga minería ilegal, por ejemplo, puede usar IA para analizar documentos, grabaciones o bases de datos en menos tiempo. Y puede proteger su trabajo usando blockchain si teme represalias. Pero para eso se necesita acceso, capacitación y voluntad editorial. No se trata de tecnificar el oficio ni de reemplazar el pensamiento crítico por automatismos. Se trata de ampliar nuestras capacidades sin perder el control. La IA y el blockchain no son sustitutos del periodista: son extensiones de su criterio, de su ética y de su compromiso con la verdad.
Tuve la oportunidad de discutir estos conceptos en el webinar que impartí en el marco del Programa Internacional de Periodismo Digital de la empresa de telecomunicaciones Tigo con el respaldo académico del Instituto Tecnológico de Monterrey – México (TEC), y la Unidad de Educación Continua CENACE- UPSA.
Me quedé con una impresión muy grata de esa experiencia. Me confirmó que el periodismo boliviano —como el de muchos países— necesita herramientas para resistir las adversidades y reinventarse. La IA y el blockchain, bien usados, pueden ser aliados. Porque el futuro del oficio no lo dictarán las máquinas, sino las personas que sepan usarlas con sentido, rigor y humanidad.