La Corte Suprema del Reino Unido decidirá el futuro del Phi, un lujoso yate ruso valorado en 50 millones de dólares, retenido en Londres desde 2022.
Retenido desde su primer viaje
El Phi, un superyate ruso de 59 metros de eslora, fue diseñado para recorrer el Mediterráneo y el Caribe. Sin embargo, desde marzo de 2022 se encuentra retenido en Londres, al finalizar su primer viaje, bajo sanciones relacionadas con la guerra en Ucrania.
Un símbolo de presión contra Rusia
El Phi es solo uno de más de una decena de superyates rusos incautados alrededor del mundo desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania. Estas acciones buscaban presionar a la élite rusa y, con ello, al presidente Vladímir Putin.
Lujos, juicios y costos millonarios
A bordo del Phi, el capitán Guy Booth muestra los lujos del yate: una piscina climatizada de agua dulce, una sala de cine convertible, terrazas privadas y acabados exclusivos. Pero también señala los riesgos de deterioro tras más de tres años sin navegar.
Mientras tanto, el caso ha escalado por diversos tribunales británicos y ahora espera una decisión de la Corte Suprema. El gobierno defiende que tiene derecho a retener embarcaciones rusas, incluso si sus dueños no están sancionados, como parte de su estrategia contra el Kremlin.
Otros superyates también generan problemas
El Phi no es el único que plantea desafíos. El Sailing Yacht A, valuado en 600 millones de dólares y retenido en Italia, ha costado al gobierno más de 30 millones en mantenimiento desde su incautación.
En Estados Unidos, el superyate Amadea, de 106 metros, ha generado costos similares, aunque su venta se ha retrasado por disputas legales sobre su verdadera propiedad.
Incluso en Antigua y Barbuda, el superyate Alfa Nero fue vendido por 40 millones, pero el nuevo dueño y el gobierno ahora enfrentan una demanda legal por parte de la hija de un oligarca ruso sancionado.
¿Una estrategia equivocada?
Expertos en seguridad y sanciones cuestionan si la retención de yates fue realmente útil para afectar al régimen ruso. “Era correcto ir tras los oligarcas, pero no debimos centrar toda la estrategia en ellos”, dijo Keatinge.
Además, las complicaciones legales desalientan a posibles compradores, ya que la propiedad de los yates podría no ser reconocida en otros países. “La política pesa más que la ley en estos casos”, advierte el abogado Benjamin Maltby, experto en superyates.
Un futuro incierto para el Phi
El capitán Booth alerta que mantener el Phi en Canary Wharf, sin instalaciones adecuadas, podría llevar a un accidente grave, como un incendio eléctrico que termine hundiendo la nave. “El aluminio arde a 3.500 °C”, explica preocupado.
Por ahora, ni el gobierno británico ni la autoridad portuaria han dado detalles por los procesos legales en curso.
El destino del Phi podría definirse esta semana en la Corte Suprema, pero el futuro de otros superyates rusos incautados sigue siendo incierto, con millones en juego y disputas sin resolver.
/ A.T.C /
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