La sequía y las heladas extremas están reduciendo las cosechas de papas nativas en comunidades del municipio de Tacopaya. Las familias se ven obligadas a migrar o a buscar nuevas formas de sostenerse.
Las papas nativas casi desaparecen
En las últimas décadas, el clima en las alturas de Tacopaya se ha vuelto cada vez más seco. La lluvia escasea, los riachuelos desaparecen y las heladas dañan los cultivos. Hace años, las comunidades sembraban cerca de 50 variedades de papa nativa. Hoy apenas conservan tres: copacabana, waycha y sacambaya.
Doña Anastacia Delgado, de la comunidad Luquiapu, recuerda que en enero de 2024 una helada acabó con toda su producción. “No cosechamos ni una sola papa”, afirma.
La migración como única salida
Ante la falta de ingresos por la agricultura, muchos jóvenes han optado por migrar. Es el caso de don Eleuterio Santos, quien salió de Luquiapu hace quince años rumbo a Brasil, Argentina y Chile. Volvió con ideas para ayudar a su comunidad a adaptarse a los efectos del cambio climático.
Sabiduría ancestral en riesgo de desaparecer
Las comunidades aún conservan conocimientos tradicionales para predecir el clima. Hormigas, aves, plantas y colores del cielo les sirven como señales para anticiparse a las lluvias, el frío o el granizo.
Antes, si las lluvias se retrasaban, se realizaban rituales a la Pachamama. Se mezclaba agua de vertientes, se compartía comida comunitaria y se pedía lluvia. Hoy, estas prácticas casi han desaparecido. “Con la religión cambió todo”, cuenta don Faustino Ignacio, de Challa Grande.
Menos papas nativas, más papas comerciales
Aunque en Bolivia se conservan más de 2.000 variedades de papa, se cultivan menos de 30. Las nativas son más frágiles frente a las heladas, mientras que las comerciales rinden más y soportan el clima extremo.
Las papas nativas, como la quyllu o la luk’i, eran nutritivas y se usaban para elaborar chuño o tunta, alimentos que podían conservarse hasta por 20 años. Hoy, muchas de estas variedades ya no se siembran.
Reforestar como solución a futuro
Don Eleuterio plantea la forestación como una alternativa económica y ecológica. Propone usar las zonas no aptas para el cultivo —que son el 80% del territorio— para plantar árboles como el pino radiata y especies nativas.
En 2024, con apoyo del municipio, su comunidad ya sembró 3.600 plantines. Su meta es llegar a 40.000 en los próximos diez años, como una forma de generar sombra, atraer lluvias y eventualmente aprovechar la madera.
/ A.T.C /
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