
La minería ilegal de oro se ha convertido en una de las principales actividades del crimen organizado en América Latina, desplazando al narcotráfico tradicional, debido a sus altas ganancias, facilidad para lavar dinero y débil control estatal, especialmente en países como Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador y Brasil, según investigaciones recientes difundidas por CNN Español.
Un negocio más rentable y difícil de rastrear
Expertos advierten que el auge del precio del oro en los mercados internacionales ha impulsado a las organizaciones criminales a invertir en la minería ilegal, una actividad que, a diferencia de la cocaína, permite blanquear recursos con mayor facilidad. Una vez refinado, el oro ilegal se vuelve prácticamente indistinguible del metal legal, lo que dificulta rastrear su origen y facilita su comercialización.
Perú, epicentro del crecimiento ilegal
En Perú, la economía del oro ilegal sería hasta siete veces mayor que el comercio de cocaína, según declaró el excanciller Elmer Schialer. El país registró una producción de más de 800 toneladas de cocaína el año pasado, mientras regiones amazónicas como Ucayali presentan un fuerte incremento tanto de cultivos de coca como de pistas clandestinas utilizadas para el tráfico de drogas.
La “narco-minería” en expansión regional
Este fenómeno, conocido como “narco-minería”, combina el cultivo de coca con la extracción ilegal de oro y se extiende por la cuenca amazónica. Grupos criminales utilizan las mismas rutas, insumos y redes logísticas para ambas actividades, fortaleciendo su control territorial. En zonas fronterizas operan disidentes de las FARC, el Comando Vermelho de Brasil y bandas locales, generando altos niveles de violencia.
Impacto ambiental y social irreversible
La expansión de estas economías ilegales ha provocado una grave deforestación, contaminación de ríos con mercurio y afectaciones profundas a comunidades indígenas. Investigadores advierten que los daños ambientales en la Amazonía peruana y venezolana ya son irreversibles, mientras las poblaciones locales quedan atrapadas entre la pobreza y el control de grupos armados.
Debilidad institucional y corrupción
Analistas coinciden en que la inestabilidad política, la corrupción y la falta de continuidad en las políticas de seguridad han agravado el problema. En Perú, la alta rotación de ministros del Interior y la presunta influencia de intereses ligados a la minería ilegal debilitan la lucha contra estas actividades, convirtiendo a los países productores en terreno fértil para el crimen organizado transnacional.
Fuente: CNN.


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